Apuntes para irse de aventuras con un geólogo
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Con tu libro a cuestas: Iturralde en la mochila
/ Fuente: Periodico digital 5 de Septiempre
Las personas, por lo general, cuando salen con amigos y familiares a visitar otras regiones de Cuba no echan en sus mochilas ningún libro referente a viajes o a conocimientos sobre la historia natural de nuestra plataforma insular. Para pasar el tiempo durante esos trayectos —los que gustan de leer—, escogen muchas veces novelas o libros de otra índole. Tremendo error.
Por ejemplo, qué provechoso sería desandar Cuba u otras
partes del mundo junto a las notas y pertinentes observaciones del sempiterno
Alejandro de Humboldt, o siguiendo las líneas de uno de nuestros
“descubridores”, Antonio Núñez Jiménez. No hay mejor lectura de aprendizaje que
esa: en la que podemos comparar nuestra perspectiva de la naturaleza con la que
han ofrecido notables investigadores y naturalistas en sus volúmenes.
Por tanto, eche
también en su morral a Venturas y aventuras de un geólogo, del cienfueguero Manuel A. Iturralde
Vinent (1946), Doctor en Ciencias Geológicas y miembro de la Academia de
Ciencias de Cuba; todo un referente si hablamos sobre hitos en materia de
descubrimientos en este país.
El libro, que cuenta con varios lanzamientos tanto por la
Editorial Científico-Técnica en 2009, como por la Editorial Oriente en 2011 y
2014, ha gozado de una buena aceptación, sobre todo por el público joven al que
está dedicado.
Así lo expresa el autor en el prefacio: “Pero para lograr
enseñar a los demás, primero hay que aprender, y aprender bien. Personalmente
he tenido la suerte de poder dedicar parte de mi vida a la investigación de
campo y laboratorio, a la búsqueda de restos de la vida en el pasado, al
estudio del origen del Caribe y la formación de Cuba, visitando diversos países
de nuestra América (…)”.
Más de la mitad de su vida, este paleontólogo cubano se ha
dedicado a recorrer toda la geografía cubana, y así haber tenido la suerte de
toparse con objetos que hoy son joyas de la arqueología en la nación.
Muchos de estos
atractivos hallazgos están narrados de manera coloquial, separados aquí en
historias tituladas; por ejemplo: Dinosaurios en Viñales aborda la localización de importantes vestigios en la
provincia de Pinar del Río por otros investigadores cubanos como Carlos de la
Torre, o el suizo Luis Agassiz.
Entre tanto, hay muchas descripciones de las sinuosidades del
feraz valle que rodea a la Sierra de los Órganos o en Viñales, proclive en
otros tiempos a los descubrimientos de distintos reptiles marinos y
pterosaurios (reptiles voladores) de gran tamaño, pertenecientes al periodo del
Jurásico.
Otros pasajes
detallan la vida y el cuidado de los quelonios, y cómo estos forman parte del
legado paleontológico de los aborígenes que habitaron la isla antes de la
colonización. “Los navegantes españoles referían que, al navegar por los fondos
poco profundos que rodean Cuba, constantemente sentían el golpear de las
tortugas marinas contra los cascos de las embarcaciones. En aquella época eran
muy abundantes y, posiblemente, muy torpes”, asevera Iturralde en Hacia el canto del veril.
Valles, lomas,
ensenadas, ciénagas, pero sobre todo cuevas y cavernas predominan en esta obra,
donde el geólogo ha afirmado sentirse a gusto, a pesar de que en no pocas
ocasiones sufrió percances en sus honduras. Y ahí sale a colación la anécdota
narrada en Qué rayos
estoy haciendo aquí,
donde expone una inusual aventura en las profundidades de la Sierra de Colombo,
en pleno corazón de la Isla de la Juventud.
El que fuera presidente de la Sociedad Cubana de Geología desde
2008 hasta 2016, hace gala también en varios pasajes sobre su amor por la
armonía ambiental, el respeto a las criaturas –—pequeñas o grandes— que pueblan
el planeta; las auroras, los ocasos, pero más que todo, hacia aquellos que, en
tiempos pretéritos, han enaltecido las distintas ramas de la geología acá.
Alrededor de 180 páginas en las que no faltan datos curiosos
sobre el pasado remoto del Caribe; expediciones en Jamaica, Puerto Rico, Haití,
República Dominicana, desenterrando perezosos, roedores y primates, junto a
tortugas, moluscos y raros crustáceos. Verdadera bacanal para aprender mientras
desandamos por nuestros campos y otros enclaves inhóspitos por los que pudo
haber transitado Iturralde y su tropa de curiosos, con lupas y martillos
pequeños, auscultando rocas por doquier.
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